‹ Prequel: The Rising Sun

Letras Perdidas

La Libertad del Hombre

Fabrizzio se encontraba sentado en su cama, con la cabeza gacha como si mirase sus sucias abarcas, pensando en Dios sabe que asuntos. Sus manos estaban juntas en seña de oración. Pero el sólo recordaba su modesta casa, rodeada de abiatáceas, y a su adorable hija.
Entró el padre de nueva cuenta a la celda de Fabrizzio con un panfleto de los revolucionarios, parecía algo disgustado y se sentó en la cama frente a él, exhalando rápidamente en lo que caía sobre el mueble. Vio la posición en la que estaba Fabrizzio y sin darle mucha importancia sostuvo el panfleto entre él y el prisionero. Jugueteando con los abalorios de su rosario habló: “¿Qué sabéis de esto?” le cuestionó al prisionero, señalándole al panfleto que incitaba a levantarse en armas contra el rey.

-Que Dios nos ha dado la magna maldición de ver las cosas como son, y quererlas de una manera distinta. Dios nos ha dado para ello la risa y el llanto.- Se levantó y se dirigió a la ventana.

-¿Qué sandeces os estáis diciendo?- le pregunto, con mas curiosidad que irritación.
Haciendo elegantes ademanes con la mano, miró al horizonte por la ventana como abarloaban un buque y dijo: “Risa para evadir la realidad imperturbable en la que nos hayamos los humanos. Llanto para desahogar las penas que llegan al acabársenos la risa.”

-¿A que os referís?-

-El hombre es la única bestia que ríe y llora, pues es la única que percibe la diferencia entre las cosas como son, y como deberían de ser.-

-Dios ha dejado a sus seguidores a cargo de esta Tierra. Es el papa, cabeza de nuestra Santa Iglesia, quien os asegura que tendremos un lugar en el cielo. Y es el rey, imperturbable monarca, quien nos da la seguridad y orden en esta Tierra. Es por ellos que no aberramos en nuestro camino a Dios.-

-Esta tierra tiene una corteza, y esa corteza es la piel. Como toda piel tiene enfermedades, la Tierra tiene al hombre. Por hombres como vosotros es que la tierra agoniza de lepra. Yo solo intento curar la ignorancia a esta humanidad, que vuestra Iglesia y vuestro Rey han hundido en un completo letargo mental. Han abismado la cultura en un pozo tan oscuro, abigarrado de mentiras y engaños, que quien tenga el valor y la visión suficiente se haya obligado a abjurar de su propia Iglesia-

-¿Y como creéis vos que sería el hombre sin un dios en quien creer y un Rey que los comande? El hombre no es más que un animal domesticado por la civilización, pero al caer esta y al alzarse la anarquía, se muestra el hombre tal y como es.-

-¿Y como creéis vos que es el hombre, santo padre?-

-En su naturaleza, el hombre es como la escoria que encontráis vos aquí entre estas celdas. Cuando el hombre se comporta como animal, hay que encerrarle como tal.-

-Deduzco lógicamente, que si los hombres dentro de las celdas se comportan como animales, entonces ¿soy yo un animal?-

-Es usted una bestia de la razón. Es usted el ave que vuela al frente de la bandada, dirigiendo a las aves. No os podemos permitir que continúe alejando al rebaño de Dios hacia vuestros pastizales envenenados.-

-¿Pero no siempre conducen esas bandadas a lugares cálidos, alejándose del frío septentrión?-

-El infierno también es un cálido lugar al sur, Monsieur Fabrizzio. Y si os dan ganas de entrar en el, seguid el pecaminoso camino que lleváis.-

-¡¿Pecado es abrir las mentes de mi pueblo?! ¡¿Pecado es exigir la justicia y libertad de mi gente!?-

-¡Pecado es blasfemar a Dios y rebelarse al rey! ¡La iglesia es el único camino de salvación y el rey es quien conduce a ella!-

-¡Pues que gran forma de conducir tiene nuestro rey! No sé que esté mas vacío, si nuestros estómagos o nuestros monederos. ¡Mientras el rey y el papa revientan sus cinturones, los parisienses pasan hambre y frío, toda una hecatombe por la negligencia del Primer Estado! ¡Si esta es la senda de la Iglesia, prefiero traer pan e iluminación a mi gente aunque por ello me haya de tragar el infierno!-

-No es iluminación apartar al pueblo de Dios. Vuestro dios es un demonio disfrazado de raciocinio. Es natural que aquellos que se encuentran en desafortunadas condiciones apoyen sus ideas de hacer la guerra por una nación regida por el pueblo. Pero el pueblo, por su condición de incultura, es incapaz de gobernar.-

-¿Y os encerráis a aquellos que intentan traer conocimientos a las mentes del pueblo? ¿Encerráis a pocos que ven a través de la ignorancia y del miedo?-

-Una cosa es la crítica y otra muy distinta la ofensa.-

-¿Consideráis ofensivas mis acusaciones a Dios y al Gobierno?-

-Por algo estáis aquí.-

-Por la injusta censura que aplica vuestro cobarde rey.-

-Por la ignorancia que llena vuestra cabeza de herejes creencias.-

-Es más fácil llenar cabezas vacías con religión.-

-Es más fácil aun hacerlas luchar en lugar de trabajar.

-Trabajarían si hubiese trabajo alguno disponible.-

-¡Mi trabajo aquí es visitarle hasta que se decida a confesar, y hasta que lo haga, le seguiré visitando!- Se levantó, agitando su hábito y haciendo sonar su rosario. –Hasta mañana monsieur Fabrizzio.-

-Hasta mañana, monsieur Laurent.-