Perfect Enemy

001.

Leí por última vez la carta entre mis manos, repasando los puntos importantes, las palabras destacadas y el punto final.

Saqué la cajetilla de cigarros de mi bolsillo, tomé el encendedor, y acercando la hoja al lavamanos, le prendí fuego. Observé cómo rápidamente el material se oscurecía y terminaba de existir ahí, frente a mis ojos, pero nada de lo que decía se iría así quemase, destruyese, o botase la carta.

Había temido ese momento por mucho tiempo, el día en que mi principal cometido terminaría, en que las máscaras caerían y yo, quisiese o no, tendría que dejar salir la verdad.

_¿Qué es ese olor?_ la voz me sobresaltó, jamás la escuché o vi entrar, siendo que el espejo estaba frente a mi. Intenté componer mi rostro antes de voltearme y dibujé una sonrisa en los labios. Traía el cabello negro recogido desordenadamente en lo alto de la cabeza, haciendo que varios cabellos rebeldes le bordearan el pálido rostro y sus profundos ojos verdes. La nariz estaba tenuemente enrojecida, lo que le daba ese toque enternecedor que tanto me gustaba. No traía nada más que un par de shorts de pijama y un polerón que pude reconocer como mío. Finalmente me di cuenta de que estaba descalza, lo que me hizo fruncir levemente el ceño. Ella notó lo que miraba y comenzó a esconder uno de sus pies tras la otra pierna._ ¿Haz visto mis pantuflas?_ terminada la frase la toz comenzó a salir bruscamente desde su garganta.

_Ven acá._ me acerqué a ella, volteé el gorro que llevaba puesto para no molestarla con él, y la tomé en brazos, algo que no costaba mucho.

_Tengo gripe, no estoy discapacitada._ la oí reclamar antes de que hundiera su rostro en mi cuello, dándome escalofríos por lo frío que estaba todo su cuerpo. Salí de esa pequeña habitación y caminé hasta la continua, donde una cama de dos plazas deshecha esperaba, aún tibia por su estancia ahí por días. La dejé en su lado y luego de que se acomodara apoyada en el respaldo, la tapé, sentándome a su lado.

El miedo comenzó a crecer en mi pecho, esparciéndose por cada vena de mi cuerpo, llegando hasta el último rincón de mi cuerpo. No sabía si sería capaz de hacerlo, si podría dar el punto final a esta historia, sin mirar atrás, sin volver a ver su rostro al despertar.

_¿Que ocurre, Zack?_ una de sus manos me tomó la barbilla y rápidamente me puse de pie, evitando su mirada. Había mentido por años, había ocultado información importante acerca de mi vida, acerca de mis motivos, mi pasado, y no me sentía capaz de seguir mintiendo. Por una vez en la vida quería ser sincero… pero las cenizas de esa carta seguían bajo mi techo, amenazándome, amenazándola.

_Nada._ murmuré de espaldas a ella, con la vista clavada en la ventana de la habitación. La lluvia llevaba días marcando su presencia y recordándonos que poco a poco nos adentrábamos en el invierno. ¿Cómo pasaba tan rápido el tiempo?, pareciera que sólo había sido ayer cuando me topé por primera vez con ese par de ojos verdes que en ese momento sentía clavados en mi nuca.

_No me mientas._ cerré los ojos al escucharla decir eso, una simple petición que pareciera nunca podía cumplir. Apreté la mandíbula, tratando de contener la impotencia y rabia que comenzaban a consumirme, mezclados con desesperación._ Zack._ volvió a decir, esta vez más preocupada que seria.

_Creo que me estoy resfriando._ murmuré antes de volver a componer mi rostro, algo a lo que me había acostumbrado a través del tiempo, y voltearme hacia ella. Parecía triste, y pude leer el porqué._ No es tu culpa._ una sonrisa se dibujó en mis labios, una natural, totalmente real.

_Te dije que te contagiaría._ dijo en un susurro mientras bajaba la vista. Me senté a su lado, y sin darle mayor aviso, alcé su rostro desde la barbilla y la besé. Sus manos se apoyaron en mi pecho y comenzaron a empujarme, pero no me alejé, enternecido por creer que podría contra mí. Aún cuando estaba sana, jamás podría ganarme en cuestión de fuerza. Con un pequeño movimiento me recosté sobre ella, soportando el peso de mi cuerpo en mis brazos, a ambos lados de su cabeza, para no aplastarla._ Zack!_ chilló al tiempo que comenzaba a reír, ese sonido contagioso que por momentos me hacía olvidar todo lo malo que podría estar ocurriendo.

_¿Qué?_ dije, comenzando a jugar con una de las argollas de mi labio.

_No quiero enfermarte._ una vez más traté de mantener mis pensamientos alejados, pues sabía cuan observadora era, y no quería más preguntas. Las preguntas me hacían mentir. Lentamente alcé una ceja.

_No pensabas lo mismo anoche._ su mano golpeó mi hombro antes de taparse el rostro, aún así pude ver como sus mejillas se tornaban rosa, algo de color para su enfermo rostro. Besé la piel enrojecida antes que sus manos me tomaran el rostro, clavando sus ojos en los míos.

_¿Alguna vez te haz cuestionado esto?_ su mirada ya no era divertida ni avergonzada, era una mezcla de dolor y duda. ¿Lo había hecho?, sí, pero no por los motivos que ella podría creer. No se suponía que esto ocurriese, no se suponía que la menor del grupo de Max entraría en mi vida de esa forma, complicando lo que creí no podría ser más difícil. La carta volvió a mi mente, como una sombra queriendo atormentar cada momento con Art.

_Sí._ murmuré, viendo como mi respuesta le llegaba con dolor, pero a la vez parecía esperarla._ Pero nunca he cuestionado mis sentimientos por ti._ su vista bajó, haciendo que sus negras pestañas le acariciaran los pómulos. Podía notar que estaba más delgada gracias a la gripe, ya llevaba una semana alimentándose sólo de sopas y suplementos vitamínicos que Max había dicho servirían. Al volver escuchar ese nombre en mi mente recordé que debía hacer una llamada, y por mucho que quisiese quedarme con Art un tiempo más, debía salir._ Tengo que ir a comprar cigarrillos._ con cuidado salí de sobre ella y tomé mi chaqueta de cuero que descansaba en la silla junto a la ventana.

_¿Ya te acabaste la otra cajetilla?_ preguntó frunciendo el ceño.

_La perdí en algún lugar._ rodó sus verdes ojos antes de acomodar las almohadas tras ella, y luego de encontrar el control de la pequeña televisión, la encendió._¿Necesitas algo?_ dije con la manilla de la puerta en mi mano. Art se inclinó hacia la mesita de noche, y luego de revisar el par de cajas con remedios negó suavemente.

_Nada vitalmente necesario._ me regaló una sonrisa antes de volver a hablar._ No tardes._ le cerré un ojo antes de salir de la habitación. Recorrí el pasillo del pequeño departamento, de sólo dos habitaciones, y luego de darle un vistazo a al espacio en donde se encontraba la pequeña cocina y algunos sillones viejos, salí del departamento.
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Primer capítulo. Agradezco críticas o comentarios. Toda esta historia es del punto de vista de Zacky.
Gracias por leer (: