Razones.

Una carta pública a un amor privado.

Le he dicho a mi cama que no espere que cubra tu ausencia, porque he partido en dos los pedazos de mi existencia y he quemado todos en los que apareces. Le he pedido al sol que no ilumine, para no tener razones para levantarme y le he pedido a la vida que me castigue con razones para odiar y no para amar.

Le he dicho a mi espacio que se repliegue en sí mismo, le he dicho a mis miedos que vuelvan a mí, le he dicho a la soledad que aparezca, que me muestre sus credenciales y me acompañe por los caminos que una vez caminamos los dos. Le he dicho al espejo que borre los reflejos, le he dicho a la memoria que borre los recuerdos, le he dicho a mi boca que tu nombre es impronunciable.

Le he dicho a la dicha y a la calma que visiten mi infierno, le he dicho a Dios que ya no le creo, le he dicho al hueco en el corazón que se tome el sitio necesario para desaparecer todo órgano que sienta, piensa y anhele. Le he dicho al amor que busque su nueva presa, le he dicho a las razones que se pierdan en la irracionalidad de mis decisiones y le he dicho a la locura que haga conmigo lo que prefiera, porque vivo muerta y muerta espero encontrarme.

Le he dicho a la ausencia que ha dejado tu sombra que no busque más tu cuerpo, le he dicho a las flores que antes morían por ti que mueran ahora de pena, le he dicho a tu olor que se confundan la mala reminiscencia de tiempos malévolos, le he dicho a las horas muertas que revivan para poder encontrarme una y otra vez sola, sola como me dejaste, cuando tu mano ya no cabía en la mía, cuando tu alma ya no encajaba con la mía. Le he dicho a todos los repasos de los momentos juntos que se transcriban en una historia de odio, para poder olvidarte, para poder amargarte, para perder ese trocito de felicidad que una vez me diste a probar.

Le he dado razones a todo el que conozco para no andar, para no respirar, para arrastrarme en cada rincón y perderme en cada habitación de la casa que nunca construimos juntos. Le he razones a mi existencia para que deje de existir y se convierta en un viento del oeste, que baña las dunas del desierto y perece en los rostros de los que ya no recuerdan su nombre, su casa, su existencia.
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To SM. Always.

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