Status: Si es que se me da la gana continuo, sorry haha
Sensación
¿Hay una cura para esta enfermedad llamada amor?
Odiaba tener que estudiar y premeditar cada uno de mis movimientos cada una de las veces que estaba cerca de ella. Lo odiaba tanto, y era tan malo en esa misión, que muchas veces llegaba y actuaba según mis instintos, sin pensar una mierda… Y generalmente acababa estropeándolo todo.
Trataba de definir qué debía hacer ahora.
No sabía si felicitarlo por lo que estaba haciendo, o regañarlo y obligarlo a terminar con esta estupidez de una vez. Si bien no negaba que la situación me gustaba un poco, también me producía miedo. Miedo de lo inesperado, miedo de lo incierto. De no saber… qué voy a sentir. Miedo de perder el control de mis emociones otra vez.
A la mierda con todo, sólo sería yo mismo ¿No?
Yo no he hecho nada… que ella no quiera.
”Y eso que sólo es mi amiga. No quiero ni imaginarme cómo te sientes tú cuando la ves… las cosas que dejarías a un lado por ella…”
Joder… basta. El corazón se me encogió al oírle, tan cierto y certero.
Me encerré en mi habitación luego de gritarle que si necesitaba algo me llamara. Estaba solo. Y era así cada vez que se terminaban las luces, o las juntas. Tan solo yo, mi mismo, y los fantasmas de los recuerdos del pasado.
Saqué la guitarra acústica que guardaba dentro del armario y me senté en la alfombra, apoyando la espalda en el colchón de la cama. Quería tocar una melodía que no tenía letra. Nunca me atreví a terminarla, pero me gustaba así como estaba. Coloqué los dedos sobre las cuerdas, indeciso. Me sabía tantas canciones que a veces olvidaba algunas. Pero esta no era de aquellas, era más bien de las otras. De esas que recordaría hasta el día de mi muerte, como por arte de magia.
Cerré los ojos y toqué el primer acorde.
No, no era así.
Tarareé la melodía en mi mente, y mis dedos se movieron solos. Así, perfectamente como la recordaba. Tan… profunda. Desde lo último de mi corazón.
Tenía tantas cosas que decir, pero si tratase de traspasarlas a una hoja para cantarlas, me sería imposible. Me había pasado eso con esta melodía una y otra vez.
Entonces me remonté al pasado, como en un viaje a la velocidad de la luz.
Trataba de definir qué debía hacer ahora.
No sabía si felicitarlo por lo que estaba haciendo, o regañarlo y obligarlo a terminar con esta estupidez de una vez. Si bien no negaba que la situación me gustaba un poco, también me producía miedo. Miedo de lo inesperado, miedo de lo incierto. De no saber… qué voy a sentir. Miedo de perder el control de mis emociones otra vez.
A la mierda con todo, sólo sería yo mismo ¿No?
Yo no he hecho nada… que ella no quiera.
”Y eso que sólo es mi amiga. No quiero ni imaginarme cómo te sientes tú cuando la ves… las cosas que dejarías a un lado por ella…”
Joder… basta. El corazón se me encogió al oírle, tan cierto y certero.
Me encerré en mi habitación luego de gritarle que si necesitaba algo me llamara. Estaba solo. Y era así cada vez que se terminaban las luces, o las juntas. Tan solo yo, mi mismo, y los fantasmas de los recuerdos del pasado.
Saqué la guitarra acústica que guardaba dentro del armario y me senté en la alfombra, apoyando la espalda en el colchón de la cama. Quería tocar una melodía que no tenía letra. Nunca me atreví a terminarla, pero me gustaba así como estaba. Coloqué los dedos sobre las cuerdas, indeciso. Me sabía tantas canciones que a veces olvidaba algunas. Pero esta no era de aquellas, era más bien de las otras. De esas que recordaría hasta el día de mi muerte, como por arte de magia.
Cerré los ojos y toqué el primer acorde.
No, no era así.
Tarareé la melodía en mi mente, y mis dedos se movieron solos. Así, perfectamente como la recordaba. Tan… profunda. Desde lo último de mi corazón.
Tenía tantas cosas que decir, pero si tratase de traspasarlas a una hoja para cantarlas, me sería imposible. Me había pasado eso con esta melodía una y otra vez.
Entonces me remonté al pasado, como en un viaje a la velocidad de la luz.