A different place, a different life

Ahora teníamos clase de física y química, cosa que no me entusiasmaba.
Nuestro profesor se llamaba Henry, tendría unos 60 años o así, pelo blanco y delgado.
Explicaba bastante bien, pero eso no me ayudaba a que lo entendiese.
Creo que el problema que tienen los profesores de matemáticas o física y química, es que dan por hecho de que es fácil, por eso, cuando preguntamos alguna duda, se molestan y te lo explican de mala manera o te replican con: “Es que es muy fácil”.
Pero este profesor no era como los demás:
-Entonces, te llamas Nathan Sykes, ¿correcto?
-Correcto-afirmé con decisión, ese hombre me inspiraba tanto respeto, que quise ser educado.
-Muy bien, puedes sentarte.
Cuando me senté, un chico bastante alto y fornido me lanzó una bola de papel a la cara y me dijo:
-A ver si sabes de quien es esta obra-dijo riéndose entre dientes.
Extrañado, deshice la bola y ponía:
“Niño mimado, ¿por qué no le dices a tu mamá que te ponga un punto más?”
Vaya, mi primer día de instituto y se han metido conmigo, ¡en tiempo récord!
Pensaréis que estoy loco, pero si pienso de manera negativa, me volveré loco de verdad.
Menos mal que ya era la hora de volver a casa, al menos, eso pensaba.