El Ocaso de los Dioses

Los Dioses

En el principio sólo existía la obscuridad, inmensa y solitaria, y esta se extendía por el sombrío abismo.

La obscuridad es el principio primordial de todo, jamás comienza y jamás termina, por ello es anterior al tiempo y al espacio. La obscuridad existe, y en el ser la obscuridad ausencia de luz, no existe, por ello forma y no forma parte del universo, siendo entonces eterna e infinita. Esta obscuridad es el padre primordial de todo cuanto existe, pues es el testigo perfecto e infinito de todo cuanto fue, es y será.

Además de la obscuridad estaba Sahmsara, el Destino, el que prevé lo que ocurrirá y lo pone en marcha. Y por ser el Destino el motor de todo cuanto sucede en el tiempo, es tambien, como la Obscuridad, anterior al tiempo, y en su calidad de motor en el mundo material, es incluso ancestra de todo objeto y masa posible. Y todo se encontraba en equilibrio, en una inexistencia estable en la cual el silencio y la quietud reinaban sin temor al fin de su poderío.

Pero ocurre entonces que en su ciclo infinito, Sahmsara llegó a hacer que una vida sin forma emergiera de la obscuridad. Esta forma llamada Albatrós tenía como padre a la Obscuridad y de madre al Destino. Fue Albatrós la primera existencia en el Universo, extendiéndose como una neblina inmensa y sapiente sobre todo lo que existe. Sin cuerpo y sin forma, Albatrós nunca necesito de una identidad, pues no había nadie mas con que identificarse, y se encontraba en un estado neutro, no de felicidad, no de amargura, si no de curiosidad, un sentimiento de deseo por explorar.
Entonces ocurrió que al existir Albatrós, se desencadenó el tiempo y la materia, y por nombre los antiguos les dieron Chronos y Gaea, el Padre Tiempo y la Madre Tierra. Estos dos iniciaron el universo tal cual es, con su tiempo unidimensional y su epsacio tridimensional.

En el abrir de sus ojos Chronos le dio luz al Abismo, con su ojo derecho una blancura inundaba la negrura que era el espacio, y con su ojo izquierdo un azul como el azul del cielo del Segundo Hogar aparecía sobre las neblinas de Albatrós. Fue así como empezaron los días de los Ojos y se midió el tiempo con los parpadeos del Padre.
Así como Chronos le dio la luz la universo, Gaea al abrir sus ojos comenzó a crear puntos que reflejaban la luz de Chronos, y les llamó Aioros en la lengua lejana y perdida del Padre y la Madre. Estos puntos eran los que mucho después guiarían a los Arios en su búsqueda por un lugar donde la paz permitiera una vida sin turbulencias, alejadas de la Sombra y la Obscuridad.