Groupie (with the sex)

La hora de la verdad. (Capítulo I )

El aire denso del local me rodeó agradablemente, desentumeciendo mi nariz y mis manos luego de caminar largos minutos bajo la noche de noviembre. Froté mis manos antes de ponerme en puntillas para ver si desde esa altura, encontraba a quien buscaba. El lugar estaba iluminado tenuemente con lámparas de muralla, estilo candelabros. Las paredes eran de una madera oscura y con esos pequeños remolinos que los árboles tenían, junto a ellas las mesas cuadradas con lindas sillas acolchadas color crema. Los pilares de madera se esparcían por todos lados, gruesos e imponentes, y al final había un pequeño escenario negro, con un par de guitarras, una batería básica, micrófonos y un pedestal. Una mezcla entre bohemio y sofisticado sería la forma perfecta de describirlo.

Terminé de frotar mis manos justo cuando encontré lo que buscaba, a dos mesas del enorme ventanal con vista a la calle húmeda. Giraba el poco vino de su copa con aburrimiento. Mi culpa por llegar tarde. Caminé entre las otras mesas con cuidado, tomando mi bolso bajo el brazo, y me quité el gorro negro de lana antes de tocarle el hombro.

_Lo siento mucho, mi departamento estaba hecho un desastre y no podía irme sin dejar algo…_ dejé de hablar cuando se volteó hacia mi. Definitivamente el tiempo había pasado por ella, de una buena forma. Su piel seguía tersa y sin marcas de expresión, pero sus rizos, que solían ser de un castaño claro, estaban tintados de negro petróleo. Una sonrisa casi traviesa se dibujó en sus labios._ Dios, ¡Me hiciste caso!_ chillé emocionada. Siempre le dije que ese color resaltaría su piel clara y los ojos pardos. Definitivamente se veía más joven que yo.

_Debo admitir que me encanta, aunque lo consideré por años._ me dio un fuerte abrazo al ponerse de pie._ Tu sigues igual de loca._ reí ante su comentario.

_Dos años no me cambiarían. Sabes que no es moda, es un estilo de vida._ me soltó un poco y me miró detenidamente._ ¿Qué?_

_Me estoy controlando. No sabes cuanto te extrañé._ ver sus ojos aguados hicieron que esa pequeña muralla que solía poner para no exponerme, se derrumbara, y terminé dejando su blusa oscurecida por lágrimas en el hombro.

También la había extrañado, ¿Cómo no?. Pasamos de estar casi día y noche juntas, riéndonos de las mismas estupideces, creciendo codo a codo, sobrellevando los problemas y sonriendo antes las alegrías. Ver como ambas cumplían sus metas y algunos sueños, y por cosas del destino nos habíamos separado por dos años. Mis estudios superiores me llevaron a hacer mi especialización a otro país. Ahora, con veintisiete años sobre mis hombros, y veintiocho por su parte, nos reencontrábamos.

_¿Ves como haces que se corra mi máscara?_ susurró con voz delicada, rompiendo nuestro abrazo. Un par de mesas nos miraban emocionados, y es que no pasábamos inadvertidas.

_Lo siento. La mía es inmune al agua._ me burlé, logrando hacer que se riera. Tomamos asiento y casi enseguida un mozo se acercó con la carta, pedí una copa de vino tinto, y mi amiga rellenó la suya antes de que nuestras lenguas comenzaran a soltar información, al borde de la verborrea.

_¿Cómo estuvo el vuelo?, aún recuerdo esa vez que todo el color de tu cuerpo quedó desparramado en los asiento del avión._ se burló descaradamente.

_Ha ha, muy graciosa. No fue tan trágico, el tipo junto a mi era apuesto._ alzó ambas cejas, sorprendida.

_Y ahí está la chica que extrañaba. Apuesto mi billetera que te sobrepasaba por unos 10 años._ apuntó a mi rostro. No podía mentirle._ Ja! Me debes un buen par de dólares.

_Jamás acepté tu apuesta, y en todo caso sólo eran ocho años._ su boca formó una perfecta “o” antes de taparla con su mano.

_Oh dios, tuviste sexo en un avión._ el vino que pasaba por mi garganta bajó de golpe, gracias a dios, antes de comenzar a reír escandalizada, seguida por ella.

_Por supuesto que no, ¿Quién crees que soy? Está bien, no respondas eso._ solté antes de que pudiera decir alguna ordinariez, o algo que me jugase en contra. Muy por el contrario a sus palabras, siempre me he caracterizado por ser una chica más bien tímida con lo que respecta a hombres. Ningún trauma, simple inseguridad. Un recuerdo pasó fugaz por mi mente, y así como llegó, dejé que se perdiera en ese rincón de mi cabeza destinado para él.

Mi pequeño secreto.

_Está bien, te creeré._ terminó su copa de vino y llamó al mozo._ ¿Ya decidiste qué vas a comer?_

_No lo sé. Algo grasiento y poco sofisticado._ una de sus negras cejas se alzó hacia mi._ Comida de avión, ¿recuerdas? Ahora mismo podría comerte a ti, estoy al borde de la inanición._ abrí el encuerado menú y busqué la palabra “frito”. Lo primero que apareció, esperadamente, fueron papas fritas. Alcé la vista hasta el joven chico._ Quiero papas fritas, con esas bolitas de espinadas fritas, y una tortilla de fideos con pesto. Por favor._ el chico sonrió disimuladamente, tratando de taparse con su libreta._ Volé doce horas.

_Oh, la entiendo._ me sonrió tímidamente y se volvió a mi amiga.

_Ñoquis al pesto. Y…¿Quieres jugo o bebida?_

_Puaj. Jugo por favor._

_Dos jugos, sin hielo, obviamente._ Dio una rápida mirada hacia fuera, la lluvia había comenzado a caer nuevamente._ Eso.

_Enseguida regreso._

Y así como lo dijo, diez minutos después comíamos con cuidado, pues las risas no faltaban en nuestra conversación. Las noticias volaban con el aire entre nosotras, sin escrúpulos, nunca los hubo. Comencé a enterarme de rupuras, matrimonios, incluso nuevos bebés, despidos y trabajos. Ella se encontraba bien posicionada en un periódico de renombre, con personas a su cargo, incluso le llevaban el café por las mañanas, o cuando ella quisiese. Había tenido una relación de seis meses con un chico del trabajo, relación que terminó simplemente por que se aburrió. Sí, muy típico en Beth.

Por mi parte mi vida lejos fue más que nada estudios. Mi título de idiomas me daba trabajos, en eso no había duda, pero siempre quise especializarme lo más que pudiese, para lograr tener un currículo grueso e imponente. Eso, sumado con mis permanentes ansias de aprender, me llevaron a viajar por tanto tiempo. Nada de relaciones serias, sabía muy bien que podrían distraerme, y me había propuesto terminar en el tiempo planeado. Sin muchas fiestas ni chicos distractores, ahora me encontraba en mi país, tal como siempre lo quise.

_¿Quieres que me crea que en dos años en el extranjero, no…_ se acercó a mi sobre la mesa._ te acostaste con ningún tipo?_ terminé de tragar una papa frita antes de responder.

_Dije que no había tenido ninguna relación que me quitara el tiempo. Siquiera insinué lo que acabas de decir._ rió divertida, llevándose una mano al abdomen._ Si, ya extrañaba que se rieran de mi todo el día.

_Dios, eres todo un caso._ asentí lentamente antes de volver a la charla incontrolable sobre el tiempo separadas.

Nuestros platos se vaciaron y el postre los reemplazó. Un grasiento trozo de pastel de chocolate apareció frente a mi, y un fino pie de limón por su lado. Me hacía sentir una real puerco, pero tenía hambre. Había perdido la cuenta de cuantas copas de vino llevábamos, por lo que al ver al mozo trayendo lo que quedaba de nuestra botella, ambas nos sorprendimos.

_¿Ves lo que haces?, si no te detienes tendré que tomar un taxi._ apuntó haciendo que llenaran mi copa en vez de la de ella.

_Y yo que te invitaría a un rico Bayles._ probé otro poco de mi postre.

_¿Porqué no vamos a mi departamento? Queda a unos diez minutos en auto, puedes quedarte allá si deseas, tengo una pieza de invitados._ dijo orgullosa.

_Vaya, te ha ido bien._ asintió, sonriente._ Está bien, pero mañana debo partir temprano y sin resaca._ puntualicé._ Tengo que ir con mi familia.

_No será la primera vez que te vean con resaca, cariño._ le lancé un trozo de chocolate antes de seguir comiendo.

Parecía que los temas no se acababan nunca, incluso media hora después de habernos, literalmente, lanzado contra los sillones de su living, habían muchas cosas que decir.

_Oh dios, no creerás esto._ se enderezó ansiosa en el sillón junto a mi, balanceando peligrosamente su rebosante vaso de Bayles._ ¿Recuerdas a Tyler Jhonson?_ sin poder evitarlo alcé una ceja. Claro que lo recordaba, no afanosamente, pero había sido mi primer novio oficial, a eso de los dieciocho años.

_¿Qué pasa con él?_ pregunté picada por la curiosidad.

_¡Será papá! ¿Puedes creerlo?. Ese chico no tiene madera para ser padre, siempre fue un cretino. Sabes que nunca acepté tu relación con él, mucho menos que perdieras tu virginidad con ese imbésil._ tuve que llevarme la mano a la boca para evitar que el dulce líquido saliera disparado. Beth me miró en una mezcla de asustada y divertida, y ya cuando tragué todo, habló._ ¿Eso fue por lo que será papá, o por lo de tu virginidad?_

_Ninguna._ evité mirarla a los ojos cuando lo dije. En el rincón oscuro de mi cerebro el recuerdo se movió, intenso, vívido, y completamente latente. Cosas como esas no se olvidan. Jamás.

_Me estás mintiendo, y quiero saber porqué._ demandó, dejando el vaso sobre la mesa del living y quitándome el mío de paso.

_¿De que hablas? No tendría porqué mentirte con cosas estúpidas del pasado como esas, Beth._ rodó los ojos y se puso de pie._ ¿Qué haces?

_Pongo música._ caminó despreocupadamente hasta su equipo y lo prendió, buscó afanosamente un cd dentro del enorme estuche negro donde supuse los guardaba._ Llevo un buen tiempo sin escuchar esto. Te sonará estúpido, pero me daba pena escucharlo sin ti._ sacó un Cd y lo puso dentro del aparato, tomó el control y volvió a tirarse en el sillón.

_¿Escuchar qué?_ una guitarra completamente conocida comenzó a sonar. ¿Cómo no?, por esta música moríamos. Corrección, yo seguía muriendo por el rock y el metal. Como había dicho, no es una moda, es un estilo de vida. Y mi amiga tampoco parecía querer dejarlo._ Oh… ¿te sentirás si te digo que yo si los escuché?_ frunció el ceño antes de sonreir.

_Si escuché esto, tonta. Sólo que…_ comenzó a cambiar álbumes rápidamente, hasta que se detuvo en uno._ Dios, siguen siendo mi banda favorita._ la melodía que sonó hizo que se me erizara la piel de los brazos y el cuello. Si, seguían siendo mi banda favorita, siempre lo serían, incluso con los recuerdos. Buenos o malos, según el día en que los mirase. Pero ahora, casi diez años después, con mucha más vida y madurez sobre el cuerpo, sólo los veía como buenos recuerdos, unos por los cuales muchos matarían._ Y los tuyos también, chica, te fuiste por completo._ sonreí antes su expresión.

_Si, lo son._ respondí antes de mirar dudosa mi vaso de Bayles. Ahí estaba de nuevo, amenazando con tomar impulso y salir corriendo de su escondite, y junto a él, encontré la pregunta clave. ¿Porqué seguir ocultándolo?. Si, tal vez al mundo no hubiese que publicarlo, pero Dios, es Beth de la que hablamos. Mi mejor amiga desde los quince, mi confidente, mi diario de vida andante. ¿Porqué lo mantenía escondido aún?. Como un tesoro que no quería compartir con nadie, a veces siquiera conmigo misma. Temía que si lo decía dejaría de parecer tan real como lo era en mi cabeza.

_¿Recuerdas los recitales? Creo que jamás he vuelto a correr o gritar como lo hacíamos con ellos, y jamás me he sentido tan dolida como cuando no pude ir a ese en el norte de Jersey._ inconscientemente pensé si no lo hacía apropósito, tal vez… tal vez ella lo sabía y ahora intentaba escucharlo de mi boca. “ridícula” me acusé mentalmente. Jamás lo había contado a nadie, nunca lo escribí en ningún diario, cuaderno, siquiera en alguna carta para después quemarla. No, no era necesario, podría escribirlo ahora mismo con la misma nitidez con la que lo hubiese escrito esa misma noche, después de todo._ Ya, me cansaste._ golpeó sus palmas frente a mi rostro._ Mia, te conozco._

_Lo sé._ sonreí cabizbaja.

_Si, sé que lo sabes. Chica, vamos a los treinta y sigo sintiendo que me ocultas algo. A momentos creí que incluso te gustaba._ rió, y yo no pude evitar acompañarla. Evité mirarla al rostro._ Espera, ¿Nunca te gusté o si?. Quiero decir, apoyo los derechos homosexuales, pero sería una mierda. Te he contado hasta cuantas veces por noche tenía sexo con mis novios._ esta vez fui yo quien rompió a reir, disipando un poco la ansiedad del momento.

_No, Beth. Nunca me gustaste._ pude decir luego de que controlé la risa.

_Genial._ dijo divertida. Tomó el control del equipo y le cambió la canción. Maldije internamente las jugarretas que el destino me estaba haciendo. ¿En serio, esa canción?. La tortura crecía y no sabía cuanto tiempo más podría esconderlo._ Siempre has tenido esa cara con esta canción._ dijo suavemente, mirando mis reacciones. “Because love is a short word, like our thing was. Just a night to draw four letters, and forget them in the next day”._ ¿Quieres que la cambie?

_No... no lo sé._ inconscientemente me llevé una mano a la parte alta de mi columna, justo bajo el cuello. Como si buscase que el tatuaje estuviese en movimiento, en llamas, o tratando de arrancar de mi piel.

_¿Recuerdas cuanto te lo hiciste?_ preguntó curiosa al ver que me tocaba la espalda, en busca de la primera letra del tatuaje.

_Si, dolió como los mil demonios._ entrecerré los ojos al recordar el permanente pitido de la pistola, y los múltiples pinchados a los largo de la mitad de mi columna. “Desire” en letras negras, delicadas y a la vez fuertes. Como si supiese lo que ocurriría después con esa canción, la misma que seguía sonando de fondo. Beth no la había cambiado.

_Lo recuerdo, me apretabas la mano y decías “Te odio por dejarme hacer esto, maldita ramera”_ nuestras risas sonaron por sobre las guitarras y la rasposa voz del vocalista. El rincón estaba cediendo, llevándome al recuerdo directo con esa parte, sintiendo las yemas de sus dedos bajar lentamente por las letras tintadas. Pestañeé un par de veces antes de volver a controlarlo. Tal vez todo eso ocurría por que era la hora de dejarlo, simplemente, salir.

_¿Beth?_ me miró con duda por sobre su vaso. Inhalé hondamente._ Tu…

_¿Vas a dejar salir el secreto?. Oh Dios, me siento como si el espíritu santo estuviese frente a mi diciendo que jamás le hizo tal cosa a María. O como si la contraseña de la cuenta del banco de Obama estuviese a punto de ser publicada._ traté de no reir, pero fue imposible._ Está bien, dilo. Me tienes varios años con esto, Mia, más te vale que no sea alguna estupidez como que te gustó algún novio mío._ negué suavemente antes de lograr tomarle el peso a la situación. No lo haría bruscamente, no me sentía capaz. Encontré la solución incluso antes de buscarla.

_Primero: yo tampoco creo que María era virgen._ asintió, dándome la razón._ Segundo… eso de la virginidad viene al tema._ frunció el ceño, completamente confundida._ No perdí mi virginidad con Tyler._ sus ojos se abrieron a más no poder._ De hecho, nunca tuve relaciones con él._ esta vez sus manos cubrieron su boca._ Oh vamos! No te estoy contando lo que tiene la caja de Pandora, Beth. Réstale importancia a esto, es secundario.

_¿Entonces cual es la parte importante de aquí?_ preguntó confundida, y solo dos segundos después entendió._ Lo importante es con quién la perdiste.

_Exacto._ volví a respirar hondamente._ Creo que debes servirte más Bayles antes de que comience la historia. Y apaga eso por el momento._ obediente apagó la música de fondo, no era necesario agregarlo un factor exasperante mientras confesara todo, y luego llenó su vaso de alcohol._ Recién mencionaste el lugar donde ocurrió._ se rasco la frente antes de responder preguntando.

_¿New Jersey?_ asentí._ ¿En el recital? ¡Creí que te habías devuelto esa misma noche a New York!_ chilló sorprendida._ Si, tiene sentido. Parecías bastante nerviosa…_ sintió el peso de mi mirada._ Está bien, me callo.

_Gracias._ tomé una gran bocanada de aire antes de hablar nuevamente._ Tienes que jurarme, con toda tu alma, que confías en mí._ esta vez pareció algo ofendida._ Es en serio, Beth.

_Lo juro._ asentí.

_Bien. No sé por donde comenzar…
♠ ♠ ♠
***********************
Aquí va el primer capítulo de mi historia, tal vez no se dice mucho, pero trato de mantener el suspenso hasta el próximo capítulo. Espero les guste :)