Vengeance

001.

La venganza nunca es buena, si claro. ¿Quién fue el imbécil que dijo algo como eso? Dios sabrá. En ese preciso momento no pensaba así, y podía apostar que Cam tampoco. Me miraba desde su puesto, con las manos cruzadas sobre la mesa y la boca semiabierta.

_¿Qué?_ volvió a preguntar. Jake bufó junto a mí, palmoteó mi hombro y se fue por el pasillo de vuelta al centro del local. Venganza, dulce venganza.

_Chocaste mi auto, tengo que volver a casa y tu tienes una moto. Lo siento, el destino iluminó mi camino hasta ti._ La chica rubia que había estado tratando de llevárselo a la cama comenzó a juguetear con sus uñas, impaciente.

_Pero…_ miró su vaso a medio tomar. Si, yo tenía el control en ese momento.

_Mira, si es tu novia, yo mejor me largo._ la chica tomó su cartera plateada y encargándose de hacer resonar sus tacones, se largó de la mesa. Tomé su lugar y le quité un sorbo del vaso. Bloody Mary, algo fuerte debo decir. Sus ojos verdes no me quitaban la vista de encima, desde mis ojos dieron un rápido vistazo hasta la orilla de mi vestido escocés, y volvieron a subir. Alcé la ceja. Sabía controlar los nervios, no había duda de eso, e intimidarlo me estaba gustando.

_¿Quieres irte ahora?_ terminó por soltar.

_¿Quieres que me quede aquí, ocupando el espacio de esa rubia vacía, para ver si te me acercas, me subes a la maldita moto, y me llevas a tu cama?_ contrariando mis pensamientos, una sonrisa pedante salió de su delineada boca. No se había sonrojado. Vaya, el chico tiene autoestima.

_¿Quieres acostarte conmigo?_ no pude evitar reir.

_Si, Cam. Tus ojos verdes me robaron el corazón._ me puse de pie, arreglé un poco mi vestido a vista y paciencia de su mirada, y tomé mi bolso bajo el brazo._ No tengo toda la noche._ comencé a caminar hacia la parte donde la música casi no te dejaba escuchar aunque te gritasen. Sabía que estaba bajo los efectos del alcohol, y sabía que él también. Y aún más, sabía que mi hermano me colgaría de los pulgares si leía mis intenciones.

_¡Hey!_ me tomó del brazo, deteniendo mi marcha. Había comenzado a cruzar el mar de jóvenes bailando apegados unos a otros, y es que la música acompañaba. Me volteé, y ahí estaba, con su chaqueta de cuero al hombro, su camisa a cuadros y el cabello despeinado._ Dios, chica. No me hagas correr tras de ti, ¿Quieres?_ rodé los ojos.

_Quiero irme de aquí._ dije cuando llegamos a la barra para tomar aire.

_Malcriada._

_Arrogante._
Puso un brazo a cada lado de mi cintura, apoyándose en la madera de la barra, se acercó hasta quedar pocos centímetros de mi boca.

_Tu hermano es capas de castrarme y colgar lo que saque en un mástil si me ve en este preciso momento._ estaba serio, con su máscara de mármol que solía poner._ Estás jugando con fuego, niña._ susurró cerca de mi oído. Bien, esto estaba tomando otro rumbo, muy diferente al que yo tenía en mente. Pero no estaba mal, para nada mal.

_Mi hermano te matará si no me llevas a casa._ de su bolsillo trasero sacó un cigarro, lo encendió, y me lanzó todo el maldito humo en la cara, aún con el cigarro entre los labios.

_Muévete._ comenzó a abrirse paso entre la gente, y vaya que había ahí adentro. El aire estaba a cada segundo más denso y yo sólo quería salir de ahí, buscando la alta puerta de salida, hasta que llegué, Cam ya había salido, así que sólo lo seguí, y al instante el congelado viento de madrugada me heló hasta los huesos. El chico caminaba hacia el estacionamiento poniéndose la chaqueta, rodeado del humo del cigarrillo. Apuré el paso, imaginando que realmente me convertiría en un cubo de hielo con vestido en una moto, pero ya no había caso, Jake no pretendía llegar ni a su propia casa y Claire no estaba en el mundo de los sobrios, así que mi única salida era Cam y el peso de que tenía que hacerlo, gracias a él debía buscar regreso a casa. Estaba apoyado en su moto cuando llegué, terminándose el vicio, antes de tirarlo en la cuneta, sentarse en la moto y estirar uno de los cascos simples hasta mi.

_No te subes si no te lo pones._ terminó de ajustar el suyo y prendió el motor. Bien, ahora debía subir un poco mi vestido y pasar la pierna, fácil. Casi quedó a unos dos dedos bajo el trasero para poder sentarme en la maldita moto. Dios, debí haber convencido a Jake. Y ya instalada, con el casco puesto, agradecí haberme puesto medias más oscuras._ Lindas piernas._ comentó antes de hacer como si accidentalmente tocase una, y volvió las manos al volante cuando lo golpeé.

_Idiota._ traté de buscar algo donde afirmarme tras de mi, pero no encontré nada que me diera confianza, así que mientras retrocedía decidí abrazarme a él.

_Sin aprovecharse._ casi pude ver su sonrisa torcida. Salió lentamente del estacionamiento, y cuando llegó a la calle principal aceleró, y yo sólo pude cerrar los ojos. El alcohol mareaba, e ir a 90 k/h no ayudaba a controlar esos mareos.

De vez en cuando abría los ojos sólo para ver como la carretera pasaba a una velocidad vertiginosa bajos las dos ruedas de la motocicleta, el sonido del motor llenaba el silencio de estar a esa hora viajando desde la periferia de la cuidad hasta el centro. Por un momento dejé de sentir mis manos, hasta que busqué donde protegerlas y encontré sus bolsillos, genial._ Me estás toqueteando._ dijo sin entonación en su voz. Yo sólo reí.

_Trato de no morir congelada en una moto, con vestido, y un iceberg de acompañante._ bufó, y el silencio volvió a rodearnos. Estaba aburrida, y sabía que nos quedaba tiempo de viaje aún, así que traté de buscar alguna entretención entre los reducidos movimientos que tenía ahí. Dejé mi rostro apoyado cerca de su hombro, el chico es alto, al menos 1.83, y era conciente de que tenía unos cinco o seis años más que yo, pero también era conciente de que era atractivo como los mil demonios, serio, rondando mi casa con un libro entre sus manos estudiando con mi hermano, y cuando reía parecía que todo el mundo se pondría a reír junto a él. Era inteligente, culto, y tenía una voz grabe que solía intimidar cuando le hablabas por teléfono, y a veces hasta en persona._ Manejas bien ebrio._ murmuré más para mi, pero por mi ubicación escuchó.

_No estoy ebrio, sólo algo tomado. Y manejo motocicletas casi desde que aprendí a caminar._ comenzó a bajar la velocidad al ir acercándose la cabina de peaje._ ¿Puedes sacar la billetera del bolsillo y pasarme el dinero?_ Bolsillo. Bien, yo tenía las manos en los de la chaqueta y ahí no había nada. Saqué una de las manos, genial, ahora debía sacar la billetera de su pantalón._ Ten cuidado donde tocas._ soltó serio, y logró asustarme un poco. Metí la mano, y el maldito bolsillo parecía ser eterno, bajé por su muslo, hacia el centro… maldición. A un costado estaba la billetera._ No lo haces mal._ dijo acomodándose en el asiento. Comenzó a frenar, hasta llegar bajo el techo de la caseta y la moto se detuvo totalmente. Le pasé el dinero, pagó, y cuando me entregó el vuelto, pasó su mano por mi muslo, apretándolo hacia el final._ ¿Ejercitas?

_Deja de tocarme, pervertido._ rió, y como había dicho antes, su risa es bastante contagiosa, así que tuve que hundir mi rostro en su espalda para que no notara que sonreía. Puso el motor en marcha después de que metiera la billetera de vuelta a su lugar. Después de un rato de vuelta a la velocidad sentí que el vasito de Jack Daniel’s subía a mi cabeza, por que los pilares se borraban de mi vista mucho más que antes, y no tenía tanto frió, todo lo contrario, me aferré más a la ancha espalda frente a mi._ ¿Falta mucho?_ pregunté al oído.

_Don’t do that._ casi gruñó al decirlo, su tono había cambiado un poco.

_Do what?_ encogió el hombro del costado al que le hablé. La ampolleta se prendió en mi cabeza._ Ah, hablarte al oído. ¿Qué tiene?, ¿Acaso te distraigo?_ sabía que no estaba 100% conciente de mis actos, y sabía que lo que haría en ese momento podría traer consecuencias. A favor, o en contra. Pasé el pircing de mi lengua por su cuello, y lo que vino a continuación, de nuevo, no era lo que me esperaba de él.

_Jesus Christ, dont do that again if you wanna arrive alive._ su voz sonó ronca, y yo no pude evitar comenzar a reír. Lo estaba provocando, y lo disfrutaba. Volvió a encoger el hombro, seguido de un pequeño escalofrío. Se acomodó en el asiento y suspiró._ Maldición._ murmuró.

Las salidas comenzaron a pasar junto a nosotros, lo oí murmurar cosas in entendibles, y temí haberlo enojado de verdad, pero algo en mi cabeza hizo clic cuando la salida que llegaba a mi casa pasó, y el siquiera se inmutó.

_Te pasaste mi salida._ dije sin mucho interés. El chico no respondió, siguió con la vista fija en la carretera y en un completo silencio, parecía estar meditando. Disminuyó la velocidad en lo que yo recordaba era la que salida llegaba hasta su departamento, y sólo ahí dejé que mi vientre diera un vuelco. Salió de la carretera y comenzó a andar por calles de altos árboles y autos estacionados de vez en cuando, hasta que llegó fuera de un edificio de al menos 20 pisos, para gente acomodada. Entró al estacionamiento y esta vez él fue quien rebuscó en sus bolsillos hasta dar con la pequeña llave para dejarle el paso libre. Con la inclinación me apegué más a él, y no pude evitar comenzar a juguetear con mi nariz en la orilla de su marcada mandíbula. El motor resonó dentro del estacionamiento hasta que detuvo la motocicleta, y el silencio se hizo.

_God._ murmuró antes de sacarse el casco. Hice lo mismo que él y de un salto me bajé, puedo jurar que no resultó del todo bien mi tarea de mantener mi vestido sobre las partes prudentes. Dejé el casco en el asiento y comencé a arreglarme. Cam seguía sentado ahí, y vi que se pasaba ambas manos por el rostro antes de apagar las luces y dejar el casco colgado de la manilla. Agradecí que ahí dentro no hacía el mismo frío glacial, y tuve que comenzar a desentumecer mi rostro y brazos, masajeándolos._ Deja de tocarte._ soltó molesto, y casi me hace perder el equilibrio, ya que trataba de despertar mis pantorrillas. Su mirada movió algo dentro de mi, se veía serio, intimidante, y casi… depredador. Si, Jack Daniel’s seguía haciendo efecto. Se bajó de la moto, se aseguró que estuviese firme y comenzó a caminar hacia las escaleras, no parecía reparar en mi, así que sólo lo seguí. Sus pasos sonaban fuertes, y cuando llegamos al piso de la recepción se quitó su chaqueta y me la estiró, sin mirarme directamente.

_Gracias._ me la puse mientras lo seguía. Pasamos por el mesón del Hall, donde un hombre mayor lo saludó, y dijo en tono insinuador “Linda chica”. Llegué al ascensor justo cuando las puertas se abrían, ahí infinitas “yo” me miraban, con el vestido escocés rojo, las medias oscuras y los bototos con hebillas. Junto a mi Cam mirada a la nada, ahora sólo con su camisa a cuadros y sus jeans negros ajustados. Las puertas se cerraron… y de un segundo a otro tuve su cuerpo a centímetros, con un brazo a cada lado de mi cabeza y la respiración agitada. Su mirada encontró la mía y volví a sentir como si algo en mi interior respondiese a sus ojos verdes, casi centellantes en ese momento. Analicé mis posibilidades, una tras otra, y cuando me decidí recién íbamos en el piso 5. Íbamos al 19.
Casi como si me hubiesen empujado hacia él, pasé mis manos por su abdomen, acercándolo a mi, y busqué su cuello. Su punto.

_Maldición._ suspiró al sentir el contacto de mi lengua con su piel. Venganza, dulce e intrigante venganza._ Now you will burn._ susurró en mi oído, provocando que las piernas me temblaran. Iba en serio. Sus manos pasaron por mis hombros, bajando por mis costillas, delineando mi cintura, y tomando mis caderas, antes de acercarse hasta mi cuello. Todo el aire que tenía en mis pulmones se escapó de golpe al sentir su fría lengua pasar desde el fin de mi oreja, el cuello, mi pecho….

_Cam._ no pude evitar que sonara más como un gemido que otra cosa, y el pareció reaccionar. Su mano tomó mi muslo, y las puertas se abrieron: piso 19. Golpeó el tablero, dándole al botón para cerrar las puertas. Lo que siguió fue una sucesión de movimientos de sus manos, hasta que su chaqueta de cuero terminó a mis pies. Me sentía mareada, liviana y casi irreal, y no eran efectos del whiskey, era sólo el tacto contra su piel, sus manos sin límites acariciando mis muslos. Estaba perdida, y la conciencia de qué ocurría se ocultó en algún lugar de mi cerebro, sólo sentía el roce de su nariz subiendo por mi clavícula. Recién cuando recuperé el sentido de mis manos pude comenzar a responderle, presionando contra el cierre de sus ajustados jeans. Su garganta dejo salir un ruido gutural que incendió el aire que nos rodeaba.

_Espera._ puso sus manos entre nosotros, separándonos. Se volteó para abrir las puertas, seguíamos en el piso 19. Sus ojos verdes me miraron, inquietos, totalmente expectantes, y luego se dirigieron hasta la esquina del ascensor._ No quiero exponerte así._ una pequeña cámara apuntaba hacia él, la boca de mi estómago ardió, fue vergüenza tal vez, o ese gesto de preocuparse por mi. Sin volver a mirarme tomó mi mano, tomé su chaqueta y nos arrastró por el pasillo, aún sintiendo mi corazón golpetear contra la piel de mi pecho, y un cosquilleo en mi espalda.

Todo estaba en un profundo silencio, y cómo no, si eran cerca de las 4 o 5 de la mañana. Nos detuvimos frente a la última puerta del pasillo mientras con su mano desocupada buscaba las llaves dentro del bolsillo. La puerta se abrió con un chasquido, su mano me llevó hacia adentro, la puerta se cerró tras nosotros y volvió a apegarse a mi con fuerza, con su respiración irregular por sobre mi oído y su mano afirmándose a mis costillas, justo bajo mi pecho.

_¿Quieres algo?_ su rostro quedó frente al mío, a sólo centímetros para que nuestros labios al fin se encontraran. Lo maldije en mi mente cuando respiró hondamente justo sobre mi boca. Negué suavemente, buscando el contorno de esos malditos labios iluminados por la luna que entraba desde el ventanal. Todo el living estaba a oscuras, sólo el astro llenaba de un tenue tono plateado el lugar, y nosotros apoyados en el muro justo tras la puerta. Me encontré con sus ojos, oscuros ante la oscuridad, parecían serios y ansiosos. Me tomó por la espalda baja, y con la vista pegada a mis ojos nos arrastró hasta la pequeña mesa del comedor, sus manos bajaron hasta tomarme por los glúteos, me alzó un par de centímetros y quedé sentada en la mesa, con una pierna a cada lado de su cadera._ Me estoy ganando el pasaje gratis al maldito subsuelo._ me tomó el rostro con cuidado, y se quedó ahí, unos segundos, hasta que junto con el vuelco de mi vientre, sus labios tocaron los míos lentamente, como queriendo esperar mi reacción ante el nuevo contacto. Fue un largo momento en que sólo nos quedamos así, esperando a que el otro diera el siguiente paso, y fui yo quien lo hizo. Mis dedos se deslizaron por los botones de su camisa al tiempo que nuestras lenguas se encontraban ansiosas y casi desesperadas.

Para cuando me di cuenta de a donde estábamos llegando, sus dedos bajaban el cierre de mi jumper, dejando el rastro de su tacto en mi espalda. Su camisa no estaba en su cuerpo y solo la sudadera blanca lo cubría, dejando a la vista sus brazos firmes en donde resaltaban las venas. Un atisbo de vergüenza hizo que me diera un escalofrío cuando, a tropezones, comenzamos a avanzar hacia su habitación, tratando de respirar entre besos y jadeos. Jamás me imaginé en esa escena, en la habitación de un chico, siguiendo los consejos del lado pasional de mi cerebro, y muchos menos me imaginé en esa situación con ese chico, el mejor amigo de mi hermano mayor, a quien yo miraba pasear en mi casa descalzo después de una larga noche de estudios o fiesta. El mismo que en ese preciso momento parecía estar perdido, totalmente concentrado en no dejar ningún centímetro de la piel de mi cuello libre de sus labios, el mismo que transformó esa mirada seria y serena en una totalmente febril, que me hacía olvidar un tema importante, pero que en ese preciso momento parecía no importar, o tal vez todo estaba bien, con él… estaba bien.

Un escalofrío me recorrió al sentir una brisa en la mayoría de mi piel, sólo el encaje negro de mi ropa interior quedaba puesto, y sus ojos no parecían tener límites, observándome con descaro, y por efectos del alcohol creí ver una pequeña sonrisa en sus labios.

_No puedo creer que haya sido tan…_ dejó la frase en el aire al sentir mis dedos desabrochando sus jeans, botando el aire de sus pulmones bruscamente mientras caían al suelo, junto a mi jumper. La misma respuesta tuve cuando dejó caer el peso de su cuerpo lentamente sobre mío, recostándonos en su cama desecha, sin separar nuestros labios ni detener las frenéticas manos que parecían no tener descanso. Con un pequeño impulso de su parte quedé sobre él, sintiendo sus dedos juguetear con el broche de mi sujetador. Mis mejillas ardieron con fuerza y mi vientre se contrajo, solos dos prendas nos separaban el uno del otro, y no podía creer lo cerca que estábamos, la intimidad que nos rodeaba como una burbuja de cristal. De vuelta bajo su cuerpo, mis piernas se sentían débiles y agradecí no tener que valerme de ellas mientras delineaba cada músculo marcado de su espalda con mis dedos, hasta que llegaron al pequeño hueco que se hacía justo sobre la orilla de su ropa interior.

Inhalé profundamente, apretando mis dedos contra su espalda, cuando nuestra unión se hizo completa, en una sincronía de movimientos en ascenso. El aire se hizo denso y a la vez tan ligero, de momentos los roncos sonidos que su garganta dejaba escapar me hacían olvidar el dolor que su cuerpo provocaba.

Fueron largo minutos de ahogadas clamadas y bajos gemidos en es habitación, donde la oscuridad nos rodeaba, al igual que nuestras excitadas caricias y besos, llevadas por impulsos y placer, no reparando en las delicadezas, mezclados con alcohol y anhelo.
Cuando todo terminó su cuerpo se quedó inmóvil por unos segundos, mientras ambos tratábamos de calmar las rápidas respiraciones, hasta que con un suave movimiento quedó tendido a mi lado, llevándome hasta su pecho. Mi mente dio vueltas buenos momentos más antes de ser capaz de acallarse y apagar todo indicio de conciencia, con sus fuertes brazos apretándome a él.
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Largo, pero era imposible cortarlo antes.
Opiniones, comentarios, todo se acepta, ahaha (:
Xavi.