A different place, a different life

Cómo no, Samantha.
-Oye lo iba a decir yo-le rechisté.
-Samantha no era tu turno-le riñó Lilly-le voy a hacer otra pregunta a tu compañero, y como no es la primera vez que te pasa, voy a pedirte que salgas de clase hasta que ésta termine.
-Lo que tú digas-dijo de mala gana, recogió sus cosas y se fue cerrando la puerta tras de sí.
-Bueno, vamos otra vez-me dijo con una sonrisa-la misma pregunta pero otro fragmento:
“¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.”
Con este fragmento tardé un poco más, pero al fin dije:
-Corazón delator de Edgar Allan Poe.
-¡Muy bien!-aplaudió Lilly-eres el único que me ha contestado bien a esa pregunta, ¡tienes un punto más en la evaluación!
Por una parte me sentí abrumado y orgulloso, pero duró poco ya que las caras de mis compañeros susurraban:
“Pelota” “Enchufado” “Empollón”
O cosas así.
Me parece que el “ser yo mismo” me ha salido peor de lo que pensaba.
Quiero irme de aquí.