Groupie (with the sex)

Capítulo V.

Hice un par de respiraciones profundas antes de lanzarme agua fría al rostro. Si seguía conciente, si todo esto no era un sueño extremadamente vívido, había estado a milímetros de besar a Matt Silver, bajista de Inception. Mi noche estaba siendo lo bastante irreal como para no cuestionar mi juicio, pero estaba ahí, realmente estaba en el baño del bus de Total Nightmare, mi banda favorita. Realmente Felix D’nadel me había hablado como si fuese una amiga en su vida. Realmente Gabriel Santos me había tomado la cintura, mirado a los ojos y prestado ropa. Y, realmente, casi había besado a Matt Silver. No eran sueños, era la simple realidad.

_Quien seas, ¿Te falta mucho?_ sonó a través de la puerta luego de un par de golpecitos. Me sequé el rostro y vi que había un pequeño bolso negro sobre la tapa del váter. Sólo por curiosidad me acerqué para ver que una tira de sombras oscuras salía por el cierre. Genial, justo lo que necesitaba.

_Ya salgo._ grité de vuelta mientras sacaba las sombras y me arreglada un poco el rostro. Me oscurecí una línea en el párpado, justo sobre las pestañas, y retoqué mi delineador con el mismo pincel. Volví el maquillaje al bolso, susurré un “Gracias” y abrí la puerta. Spencer Graham estaba casi sobre mi, algo doblada y con el ceño fruncido._ ¿Necesitas ayuda?_ pregunté temerosa de que se fuese a caer en ese estado dentro del baño. Cuando la iba a tomar por el brazo me dio un golpe en la mano, alejándome.

_No necesito tu ayuda, niña. Spencer Graham puede sola._ me hizo a un lado y luego de tropezar, pudo entrar y cerrar la puerta. Rodé los ojos, al parecer si era loca, tal como Matt había dicho. Una vez más me encontraba sola en ese mar de personas que parecían conocerse todos los unos con los otros, excepto por la pequeña chica fan, tratando de esconderse de cualquier mirada que fuese como la que esa chica le había dado, aunque no había recibido una así en toda la noche.

La una de la mañana fue marcada en un pequeño reloj sobre la mesa, entre botellas vacías y cajas de cigarrillos había logrado verlo, curiosa como siempre. Felix se había paseado un par de veces por mi lado, preguntándome si necesitaba algo, si quería una cerveza, incluso si quería bailar, pero me había negado sutilmente. No sabía a qué estaba esperando realmente, simplemente me sentía cómoda en ese rincón, sólo observando.

_Supongo que no estás tomando notas en una libreta para luego publicar un artículo de nuestra pequeña fiesta._ me volteé asustada, más que nada por que jamás lo vi pasar al baño. Gabriel tenía las mangas de su camiseta arremangadas sobre los hombros, dejando a la vista lo firme de sus brazos.

_No. No me gusta mucho ese ambiente._ asintió mientras se acomodaba de pie junto a mi, mirando a la masa al igual que yo._ ¿No volverás con tu gente?_ sin tener tiempo para controlarlo, el aire de mis pulmones se esfumó cuando escuché su risa, baja y corta, pero era su risa.

_Mi gente._ murmuró antes de terminar lo que quedaba de su botella de cerveza y estirar su
brazo frente a mi, hasta dejarlo en el pequeño mueble de cocina._ Estoy algo cansado, de hecho había pensado en ir a lanzarme un momento a la sala de estar, pero…_ sus ojos verdes atraparon los míos._ creí que estabas muy sola aquí escondida, así que decidí hacerte compañía._ me quedó mirando fijamente, yo muy cohibida como para pensar en una respuesta, hasta que su ceño se frunció levemente, algo que sólo notarías si estabas a esa distancia de su rostro._ Te hiciste algo en los ojos._ sentí el calor subir por mis mejillas. ¿Porqué notaría algo tan insignificante como una línea de maquillaje?_ Hice que te sonrojaras.

_No._ solté, tratando de no comenzar a derretirme a su lado. Gabriel alzó una de sus cejas antes de acercarse un poco más a mi, con su vista fija en mis mejillas.

_Pues… yo creo que sí._ giré mi rostro tratando de alejarlo de sus verdes ojos analizadores. Estaba realmente nerviosa. No había más de quince centímetros de distancia entre su cuerpo y el mío, sumándole que debía alzar un poco mi cabeza para verle el rostro, era una situación que me hacía sentir pequeña, y casi, indefensa. De todos modos, ¿Porqué hacía todo eso?, tal vez sabía cuan nerviosa me ponía, cuan atractivo lo encontraba, o incluso sabía las mil y una formas que había imaginado besándolo. Todo eso dentro de mi inagotable imaginación._ ¿Quieres una cerveza?_ preguntó, haciendo que sacara mi vista ahí donde la había dejado: sus labios. Estaba sonriendo, así que supuse que no había pasado inadvertido mi estado.

_Si, creo que necesito una cerveza._ giró para quedar frente a los chicos bailando, y vi que uno de sus brazos estaba estirado hacia atrás, con la mano abierta. Sus dedos se movieron inquietos.

_¿Vas a tomarla o me dejarás con la mano estirada el resto de la noche?_ me miró por sobre su hombro al ver que no respondía._ No quiero perderte entre “mi gente”._ volvió a mover insistentemente sus dedos, hasta que fui capaz de enviar la orden a mi brazo para que avanzara y tomara su mano. Me dio un suave apretón antes de comenzar a abrirse el paso. Me arrastró, literalmente, hasta que llegamos a la parte delantera. En el asiento del conductor había tres pack de cervezas apiladas. A pesar de lo oscuro que estaba, logró romper uno de los packs, sacar dos botellas, y estirarme una a mí. Todo sin soltar mi mano.

_Gracias._ dije tal vez demasiado bajo para que me escuchara sobre la música, pero por el movimiento que hizo con la cabeza, inclinándola, supuse que lo había hecho. Estaba siendo demasiado conciente del calor que pasaba de su mano a la mía, de cómo no parecía incómodo con el gesto o como no se cansaba de sostenerme firmemente. Ambos parecíamos concentrados en la cerveza, lo suficiente como para no hablar en un buen momento, pero no se hacía incómodo. Si ignoraba los nervios que me carcomían por dentro, el momento casi parecía creíble. Casi.

_¿Porqué siento que comenzará a salirte humo por las orejas?_ casi dejé caer la botella de mi mano al sentir su voz cerca de mi oído. Algo totalmente innecesario, pues podría haberlo escuchado si hablaba a cierta distancia. Calmé el trote irregular de mi corazón con dificultad antes de hablar.

_Porque eres buen observador._ le regalé una sonrisa antes darle un largo trago a mi cerveza.

_Pareces alguien digno de observar._ mi rostro subió de temperatura peligrosamente. Volvió a sonreír ante mi reacción._ Y alguien a quien no cuesta hacer sonrojarse._ sin poder sostener más su mirada bajé la vista, clavándola disimuladamente en nuestras manos. La música de fondo cambió y una melodía en violín comenzó a sonar fuerte y hermosa en todo el bus. Gabriel se encogió ligeramente en su lugar, avergonzado.

_Me fascina esa melodía._ logré decir luego que al violín se le sumaron dos guitarras, con agudos punteos y un riff pegajoso. Me miró con media sonrisa en los labios antes de comenzar a jugar con la boca de su botella.

_Momentos de inspiración, supongo. Creo que es una de mis favoritas._ bebió lo que le quedaba y se agachó hasta dejar la botella en el suelo. Aún me quedaba media botella, pero mi estómago estaba vacío y no quería arriesgarme a tener alguna borrachera y olvidar lo perfecto que estaba siendo esta noche._ ¿No quieres más?_ negué suavemente._ Oh, puedo arreglarlo._ vació el contenido en su boca, lo tragó rápidamente y dejó el envase junto a la otra._ Listo._ el violín volvió a resonar, provocando que se me erizara la piel de los brazos. Dios, ese chico era genial, cada movimiento, cada silencio del violín parecía estar lleno de sentimientos, como si un mensaje oculto quisiese ser compartido secretamente._ ¿Tocas violín?_ lo miré sorprendida.

_¿Intentar cuenta?_ esta vez su sonrisa fue completa, mostrando una hilera de parejos y blancos dientes. Mi estómago se estremeció en una mezcla de ternura y atracción hacia él, incluso más presente de lo que yo creía posible.

_Si intentas con entusiasmo, claro que sí._ el solo de guitarras finalizando sólo era indicio que vendría el de violín, fue ahí cuando Gabriel soltó mi mano, rápidamente avanzó un par de pasos hasta llegar frente al equipo, y cambió la canción. Algo de Metallica comenzó a sonar cuando volvió a nuestro lugar junto al asiento de conductor.

_¿Porqué la cambiaste?_ pregunté algo desilusionada, amaba la parte de su solo. Se llevó una mano al cabello, despeinándolo aún más de lo que estaba antes de responder.

_No me gusta escucharme en estudio._ se encogió de hombros y pasaron varios minutos antes de que su mirada terminara por intimidarme y cambiara de posición incómoda._ Ven._ su mano volvió a tomar la mía cuando, sin siquiera preguntar, comenzó a arrastrarme de vuelta hacia el pasillo. Mi corazón aceleró su ritmo ya irregular cuando no nos detuvimos antes de la cortina. Gabriel la abrió y nos dejó del otro lado, donde la gruesa tela amortiguaba algo del ruido del otro lado.
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Les dije que vendría algo más. No?.
Quinto capítulo, espero les guste. El próximo es... bueno.
Comentarios y críticas son bien recibidas (: