Groupie (with the sex)

Capítulo VII.

Podía escuchar mi corazón latiendo irregularmente en mi pecho cuando sus manos comenzaron a buscar la orilla de mi polera. La tomó por ambos costados y la subió lentamente. El chico se tomaba su tiempo, a sabiendas lo que provocaba en mí. Jamás había sentido ese tipo de atracción con ningún otro hombre, razón por la cual aún era virgen, pero todo en Gabriel me llamaba a tocarlo, a dejar que sus manos acariciaran mi cintura con dedos febriles, a hacer que su respiración se agitara con el pequeño gesto de subir mis manos por su pecho, sintiendo los firmes pectorales bajo la tela. Nos separamos un par de centímetros, sólo para que terminara de tirar mi polera hacia arriba, sacándola por completo, y segundos después la suya le hizo compañía. Su piel era suave, firme, y había una línea marcada en el centro de su torso, subiendo hasta su pecho, y bajando hasta el ombligo, el cual tenía otras dos marcas a los costados que se perdía por la orilla de sus jeans.

Gabriel pasó una de sus manos por mi abdomen, bajándola hasta donde comenzaban los pantalones de cebra, sólo para luego volver a subir, provocando que mis mejillas se encendieran como dos focos cuando pasó por entre mis pechos hasta llegar a mi cuello. Lentamente su cuerpo se inclinó sobre el mío, hasta que toda mi espalda quedó apoyada en la mesa. Su boca comenzó a dejar pequeños besos ahí por donde su mano había pasado, logrando que el aire de mis pulmones se arrancara de golpe. Traté de reprimir el gemido que dejé salir, pero ya era tarde. Gabriel se apretó aún más a mi entrepierna, tomando aire con dificultad.

No podía creer que yo le provocara eso, que yo moviera siquiera la más mínima hormona de su cuerpo, pero ahí estaba, con una mano presionando la tela de mi sujetador, soltando pequeños gruñidos, como si le molestara que eso estuviese ahí. Apoyó su frente en la mía, respirando hondamente antes de pasar una mano delineando mi cintura, hasta llegar ah botón negro que mantenía mis jeans sujetos.

Decidí que si él podía jugar, yo también podría. La oscuridad ayudaba a que la timidez de estar semi desnuda pasara a segundo plano. Encontré la orilla de sus jeans, avancé hasta el botón y lo desabroché, bajando el cierre con manos ágiles, demasiado ágiles para alguien que jamás lo había hecho. Pude ver como una de sus cejas se alzaba cuando volvía a enderezarme, haciendo que con el movimiento de piernas, sus jeans cayeran al suelo. Sentí el algodón de sus boxers entre el índice y el pulgar, observando como la tela se apegaba a sus muslos duros, algo ásperos por el bello de la zona, y luego mis ojos dieron una rápida mirada a la parte superior.

_Tienes la mirada pesada, Mia._ me dio un golpecito en la barbilla, haciendo que mis ojos se desviaran de esa zona, con las mejillas a fuego vivo y una extraña sensación en todo mi cuerpo. Su ceja seguía alzada y sus ojos verdes parecía querer ver a través de mi. Con un par de movimiento de sus piernas se deshizo de los jeans atascados en sus tobillos, y volvió toda su atención en la orilla de los míos.

Me sentía extraña, pero de una buena forma. Jamás pensé que alguien me podría mirar con tal deseo, que alguien podría provocar tales estragos en mi interior. Necesitaba pasar mis manos por su piel, mirarlo, como si nunca pudiese obtener suficiente de él.

Para cuando volví a ser conciente de mi cuerpo, y no de analizar el suyo, mis pantalones estaban en el suelo, y su cuerpo volvía a inclinarse hacia el mío sobre la mesa. Mi vientre dio un vuelco cuando sentí su piel desnuda en la mía, con su abdomen presionándome con cada respiración. Sus besos comenzaban a ser más lentos, profundos, moviendo cada célula en mí. Logré disimular el escalofrío que me recorrió cuando apegó su entrepierna a la mía, sintiendo, tal vez, más de lo que había esperado para ese entonces.

_Gabriel…_ susurré inconscientemente cuando me levantó un poco, sentándome sobre la mesa, y buscó el broche de mi sujetador. La temperatura subía vertiginosamente, todo mi rostro y cuerpo se sentía como bañado por agua hirviendo, pero no era más que mi reacción a Gabriel. Terminó de sentarme, tomó ambos tirantes entre sus dedos y quitó mi sujetador, provocando que una oleada de vergüenza pasara por mi mente. Sus besos me estaban dejando sin pensamientos cuerdos, sin más sensaciones que placer, escalofríos y unas incontrolables ganas de saltarte encima, aunque no fue necesario.

_Ven._ acarició el hueco de mi espalda lentamente antes de tomarme una vez más por los muslos, apreté las piernas contra su cintura, algo que lo hizo soltar un ruido proveniente de su garganta, bajo y ronco. Dejó su rostro en mi cuello un par de segundos, con la respiración agitada, antes de hacer fuerza con sus brazos, tomarme en el aire, y llevarme hasta los sillones. Su cuerpo quedó sentado, con el mío sobre él, haciendo toda la presión que podría provocar._ God, you’re driving me crazy._ sus palabras quedaron ahogadas en la piel de mi clavícula, al mismo tiempo que sus manos se metían por mis caderas, bajando de a poco mis bragas. Mi corazón latía desbocado cuando me vi completamente desnuda sobre él, y aún más, cuando fue su ropa interior la que acompañó a la mía. La expectación de todo me hizo contener el aire, mientras mi cabeza daba vueltas como un torbellino de pensamientos incoherentes, pensamientos que cesaron cuando su cuerpo comenzó a unirse con el mío. Cuidadoso, lentamente. Me aferré a su espalda, apretando los labios y tratando de no dejar que mi voz saliera, y fue él quien rompió el silencio con un susurro lleno de placer, mientras inclinaba su cabeza hacia atrás.

Fue como si una ola de electricidad me recorriera, un dolor que nunca pensé sentir. Sus manos se aferraron a mis caderas para volver a alzarme, comenzando un vaivén que amenazó con quitar todo rastro de cordura en mi mente.

Mi corazón parecía hincharse con cada una de sus clamadas, y una sonrisa apareció en mis labios disimuladamente mientras comenzaba a vivir las mismas sensaciones que él. Cuando el movimiento se hizo firme y continuo, una de sus manos dejó mi cadera y subió hasta mi espalda. La yema de sus dedos comenzó a acariciar exactamente la parte donde mi tatuaje de Total Nightmare se encontraba, como si lo conociera de memoria.

Aferré mis manos a su cuello cuando comencé a sentir pequeños espasmos recorriendo mi cuerpo, sin poder contener más la voz, todo él empezó a reaccionar a los sonidos que escapaban de mí. Su cuerpo se movió rápida y ágilmente hasta dejarnos recostados sobre el sillón, él sobre mí, cada nuevo movimiento de sus caderas más acelerado que el anterior, hasta que creí no poder contener dentro de mi piel todas y cada una de las sensaciones que Gabriel me hacía sentir en ese momento. Su boca tomó el último aliento antes de que todo acabara por ambas partes. Nuestros cuerpos estaban cubiertos por una fina capa de sudor y sentía mi piel al rojo vivo.

Fueron largos segundos en los que dejó su frente apoyada en la mía, tratando de ralentizar nuestras respiraciones y corazones.

_No solo besas bien. Tenlo en cuenta._ me dio un profundo beso antes de separarse de mí, provocando que una oleada de frío me encontrara. Su cuerpo estilizado recogió nuestras ropas, y con paciente cuidado, me entregó la ropa que yo llevaba._ Abrígate, no quiero que te resfríes._ tomó mi cabeza con una de sus manos y me dejó un beso en la frente antes de comenzar a vestirse justo frente a mí. Busqué mi ropa interior entre el montoncito que me había entregado y comencé a vestirme rápidamente, cuando me iba a meter dentro de mis jeans su cuerpo volvió a encontrarse con el mío, comenzando una larga jornada de besos y caricias que terminó, casi, horas después.
♠ ♠ ♠
*****************************
Les dije que venía (:
Comentarios y Críticas se agradecen :)
"God, you’re driving me crazy" = Dios, me estás volviendo loco.