Groupie (with the sex)

Capítulo VIII.

Cuando salí hacia el pasillo escuché unos ruidos bajos viniendo de una de las camas, sólo unas botas se veían a través de la separación, y pude reconocer que era Spencer Graham, con algún tipo. Gabriel venía tras de mí, luego de que tuviésemos que vestirnos una vez más cuando la temperatura volvió a subir, decidimos que era hora de volver. Pasamos de la cama ocupada y abrí la cortina hacia el “living del bus”. La luz me cegó por unos segundos y tuve que llevarme la mano hacia los ojos. Casi todos seguían ahí, pero más que nada conversando, con música algo más baja, algunos había cedido ante los efectos del alcohol y estaban echados en algún sillón, durmiendo o muy ebrios como para abrir sus ojos. Felix nos miró de reojo y se puso de pie tambaleante hasta llegar frente a mí.

_Creo…_ tragó forzosamente._ creo que deberías ir a darte una mirada al baño, niña._ mis mejillas se encendieron al captar la indirecta, y pasando de Gabriel, entré al baño. Mi cabello no estaba tan mal, él se había preocupado de peinarlo con sus dedos un par de veces, eran mis labios y algo de mi delineador corrido lo que me daban el aspecto de haber pasado una mala noche, cosa totalmente incierta. Agradecí al cielo que el bolsito con pinturas siguiese ahí, así que simplemente lavé mi rostro con abundante agua y comencé a mejorar mi aspecto. Mis labios estaban oscuros y algo hinchados, nada muy notorio, por el contrario a un moretón que comenzaba a aparecer en mi cuello. Un cosquilleo me recorrió por completa, aún demasiado extasiada como para poder digerir mi situación. Mi cuerpo se sentía extraño, como si tuviese vida propia, cada parte parecía más sensible, en especial una zona algo dolorida, pero nada muy trágico. Valía totalmente la pena.

Ya tenía el maquillaje puesto cuando volví a salir, sólo para encontrarme con Gabriel en la pared de al frente, con la mirada algo perdida y el reloj pequeño de la mesa en su mano. Mi corazón dio un vuelco cuando me di cuenta que eran las cuatro y media de la mañana, y yo seguía ahí.

_Oh Dios, soy mujer muerta._ debía irme, con real urgencia. Siquiera sabía cómo entraría a la casa si Natalie no tenía ni idea de donde me encontraba, sólo rogué al cielo que aún no hubiese llegado, así la esperaría afuera y entraría con ella.

_Te pusiste pálida._ Gabriel frunció los labios, escondiendo una sonrisa. Levantó su otra mano, mi mochila estaba ahí.

_Realmente debo irme._ tomé mi bolso, lo colgué en mi hombro y comencé a hacerme espacio entre la gente. Felix me miró extrañado, y simplemente me despedí con la mano. Tal vez nunca los volviese a ver, pero no quería despedirme de todos, mi momento de gloria había acabado, casi como cenicienta, y ahora debía volver al mundo real, uno sin tu banda favorita. Cuando llegué a la puerta me voltearon del brazo, impidiendo que bajara. Gabriel me miró por un par de segundos antes de hablar.

_Te iré a dejar._ balanceó un juego de llaves frente mi rostro.

_No es necesario, puedo tomar un taxi._ salté y sólo ahí me di cuenta que mis converse seguían húmedas. Gabriel bajó conmigo, y volvió a tirarme del brazo.

_No. Te iré a dejar._ su voz sonó algo más baja de lo que me había acostumbrado a escucharle, y por la mirada que me dio, no había espacio a reclamos. Los nervios volvieron a apoderarse de mi, diez largos minutos a solas en un auto, sin saber de que hablar luego de todo lo ocurrido, me pusieron la piel de gallina. Comenzó a abrirse paso entre los buses, hasta que llegó a un sector donde varios autos negros con vidrios polarizados estaban estacionados._ Cortesía del tour._ hizo sonar la alarma de uno, y luego de mirar sobre la punta de sus pies, dimos con el de luces parpadeantes. Lo seguí hasta el auto y me subí en el asiento del copiloto. Gabriel se subio y encendió el motor, un suave ronroneo que me dio a entender la buena marca del auto.

_En serio puedo…_ sus ojos verdes me hicieron callar. Abroché el cinturón y me acomodé, tratando de no hacer de este momento algo más incómodo. Cuando llegó al final del estacionamiento me miró con duda._ A la derecha._

Quince minutos más tarde, y luego de un viaje en absoluto silencio, excepto por mis indicaciones, llegamos a la casa de mis tíos. Para mi sorpresa había otro auto estacionado justo en frente, delante de nosotros. Con dificultad pude ver a mi prima besando al conductor. Un alivio general se apoderó de mí, no tendría que esperar sola hasta su llegada, ya estaba ahí.

_Esa es mi prima, Natalie._ Gabriel apagó el motor y las luces, se sacó el cinturón de seguridad y comenzó a girar las llaves entre sus dedos. Como si fuese posible, el momento se volvió aún más incómodo. Traté de pensar en qué decir, o si era mejor guardar silencio, pero fue él quien habló.

_Mia…_ su tono de voz lo delató, y pude adelantarme a él.

_No necesitas dar ninguna explicación, Gabriel. Está todo bien._ una pequeña sonrisa, algo cabizbaja, apareció en sus labios.

_Sólo quiero decir que…_ miró como mi prima se bajaba del auto._ no suelo hacer esto. ¿Está bien?. De hecho, nunca había ocurrido._ mi corazón se aceleró y mis mejillas comenzaron a sentir el exceso de sangre en ellas._ Sólo eso. Ahora ve, antes de que te dejen afuera._ quitó el seguro de las puertas, y cuando iba a abrir, una de sus manos me giró el rostro y me dejó un beso sobre los labios._ Adios.

_Adios._ abrí y me bajé, antes de que mi cuerpo se negara a alejarme de él. El auto del chico de Natalie desapareció, seguido por el de Gabriel. Ella comenzaba a caminar hacia la puerta de la casa cuando la encontré, asustándola y haciendo que soltara un gritito.

_Dios santo, Mia, casi me matas de un infarto._ tuve que reprimir la risa que me dio su expresión de miedo. Sus ojos se desviaron y siguieron el auto negro, antes de mirarme con sospecha._ ¿De donde vienes?_

_¿Con quién te besabas?_ su expresión cambió, y una sonrisa apareció en sus labios.

_Tu no preguntas y yo no pregunto. ¿Hecho?_ me estiró su mano.

_Trato._ estrechamos las manos, cerrando el trato, y luego de quitarnos los zapatos para no hacer ruido, entramos a la casa. La acompañé en extremo silencio hasta la cocina, donde ambas tomamos agua como si el mundo se fuese a acabar, me preparé un sándwich para mi vacío estómago, y subimos las escaleras. La pieza de Natalie tenía un sillón cama ya extendido, con un par de mantas y dos almohadas. Mis tíos siempre han sido preocupados por mí, cuando era más pequeña, solía visitarlos, ya que mi prima y yo éramos bastante unidas. Por cosas de edad y distintos grupos de amigos ya no era así, pero siempre nos habíamos llevado bien, sin mayores problemas. Dejé mis zapatillas húmedas en el baño de la habitación y le pedí prestado un buzo y alguna polera para dormir. Sus ojos pasaron fugazmente por el moretón de mi cuello, pero aparte de reprimir una sonrisa, no hizo ningún comentario. Sólo ahí, mientras me quitaba la ropa, recordé que esa era de Jane, hermana de Gabriel, y que la mía estaba colgada en los sillones del mini comedor. Calmé la ansiedad de que, tal vez, si la valentía me acompañaba, debería volver por ella.

Natalie se puso el pijama, se trenzó el cabello, y luego de cepillarse los dientes, se metió casi de un piquero a su cama, deseándome buenas noches.

_Sueña con el chico que te trajo, de seguro pasaste una… velada activa._ con la vergüenza a flor de piel le lancé una de las almohadas encima.

_Apuesto lo mismo por ti._ dije mientras apagaba la luz y caminaba hasta mi improvisada cama.

_Tres veces, chica, toda una maravilla._ me devolvió la almohada y terminó la conversación con otro buenas noches. Si, esa era Natalie, y aunque no lo hubiese dicho, estaba segura que soñaría con esa noche, demasiado irreal como para recordarla como una memoria, cuando parecía sacado de uno de mis sueños más locos y aventurados.

Lo primero que sentí esa mañana fue la extraña sensación en mis muslos y mi espalda baja. Por un momento creí que había dormido muy doblada, pero luego mi mente despertó completo, haciendo que aterrizara de golpe a la realidad. Mi pecho se hinchó de algo parecido a la emoción, pero con un toque de tristeza. Toque que relegué hasta el fondo de mi cabeza.

_Buenos días…_ Margaret, mi tía, entró lentamente a la habitación, y abrió por completo la puerta al darse cuenta de que yo estaba despierta._ Mia, cariño, no te sentimos llegar anoche. Lo siento tanto, sabes que el trabajo nos tiene agotados._ me senté aún algo dormida, y dolorida, para estar más repuesta ante ella.

_Entiendo, no se preocupen. Me hacen bastante con dejar que me quede aquí el fin de semana._ me miró con ternura, casi como lo hacía cuando era pequeña.

_Por dios niña, sabes que eres bienvenida en esta casa._ La cama donde Natalie dormía se
movió, y luego de un gruñido, comenzó a restregar su rostro.

_Cállense, quiero dormir._

_Nada de eso, ya son las diez, bajen al desayuno. Luego Mía debe volver a su…_ me miró, esperando que completara la frase.

_¿Recital?_ asintió contenta.

_Eso. Muévete Nate._ Salió de la habitación y Natalie se destapó hasta los pies. Se estiró
escandalosamente, bostezó un par de veces, hasta que finalmente se sentó.

_La historia es que llegamos juntas a las doce._ me cerró un ojo y se perdió en el baño. Me levanté con cuidado, algo asustada del dolor de mi espalda, he hice mi “cama”. Saqué mi ropa interior de cambio y la polera, dejando la de Jane a un costado, aunque debería usar los jeans para ir ese día, Natalie era mucho más alta que yo, y algo más esbelta, por lo que ninguno de sus pantalones serviría. Cuando salió me dejó una toalla y la ducha libre. Agradecida entré, y bajo el chorro de agua caliente, comencé a desentumecer mis músculos. Mis muslos estaba adoloridos, eso era claro, pero mi espalda me impedía agacharme muy bruscamente. No pensé que fuese así, que a la mañana siguiente de tener relaciones el cuerpo te reclamara con tantas energías, como un buen, o cruel, recordatorio de tus actividades en la noche.

Traté de no pensar mucho, no aún, así que sólo me apure el quedar limpia, sequé un poco mi cabello y me vestí con mi polera de Total Nightmare y los jeans de cebra. El desayuno fue tranquilo y reponedor, mi tío se encargó de no dejar ningún minuto en silencio, por lo que no tuvimos que inventar algo sobre cómo y a que hora habíamos llegado. Luego de eso vacié un poco mi mochila, sólo dejando la libreta, el dinero y un lápiz y salí para tomar el taxi hacia el segundo y último día de festival. Mis manos fueron las damnificadas por mis nervios. Debía ir a buscar mi ropa al bus de Total Nightmare, quisiese o no, por que esa polera era el regalo de cumpleaños de papá, y no me perdonaría haberla extraviado.

El lugar estaba casi igual de lleno que el día anterior, por lo que me bajé una cuadra antes y comencé a caminar, directo al sector de buses. Jeff, el guardia, pareció reconocerme, ya que cuando entré tranquilamente por la reja, no me dijo absolutamente nada. Mis nervios crecían a cada paso que daba, rogando que fuese Felix quién me abriera la puerta. Llegué junto al bus, no había nadie afuera, a pesar de que el sol estaba haciendo una tímida presencia en el cielo. Inhalé hondamente y toqué la puerta un par de veces. Los segundos pasaron, y cuando iba a volver a tocar, la puerta se abrió. Gabriel estaba con un buzo desgastado, descalzo, y con un polerón con capucha puesto. No parecía muy despierto, pero cuando reparó en mí, su expresión cambió a sorpresa.

_Creo que se me quedaron un par de cosas._ dije antes siquiera de saludar. Pareció no importarle mi falta de modales.

_Cierto, tu ropa._ se rascó la cabeza antes de hacerse a un lado._ Pasa._ miré disimuladamente adentro. No sabía si quería entrar y tener que verlos a todos, era conciente de que nuestra desaparición de más de tres horas no había pasado inadvertida._ No te preocupes, todos duermen, sólo Felix está despierto._ subí los peldaños y cerré la puerta tras de mí._ ¿Café?_ preguntó algo incómodo.

_No gracias, ya desayuné._ asintió lentamente antes de voltearse hacia los sillones de la mesa, de donde sacó mi polerón, mi polera y mis jeans, doblados y completamente secos._ Gracias._

_No hay de qué._ sus ojos verdes se quedaron pegados en los míos, y agradecí profundamente que Felix saliera del baño, sólo con un pantalón de buzo encima.

_Hey, Mia._ miró a Gabriel de reojo, una mirada rápida que por desgracia noté. Parecía acusativo, incluso con algo de desaprobación hacia el chico de ojos verdes._ Me encargué de que todo se secara, ya sabes, cuando estás en un tour aprendes muchas formas de mantener la ropa seca._ se sentó en la mesa y comenzó a servirse café en un tazón._ ¿Verás el festival de hoy?, Los chicos de Inception tocan en un par de minutos._

_Gracias por el dato, por que no hay muchas bandas que me gusten hoy, aparte de Inception, Last breathe y Breaking Benjamín.

_Si es que Spencer logra cantar. Dios, que mujer más… desbordada._ dijo la última palabra con un tono divertido. Gabriel no dejaba de mirarme, lo que hizo que mi partida fuese aún más prematura de lo pensado.

_Debo irme si quiero llegar a reja._ Gabriel se llevó la mano al bolsillo y sacó una credencial plastificada, y la estiró hacia mí._ ¿Qué es esto?_

_Una credencial, puedes estar en la parte trasera del escenario, dice el nombre de nuestra banda, pero puedes ponerle el tuyo ahí abajo._ apuntó un par de líneas en blanco. Lo miré sin poder creer que estuviese haciendo eso.

_Gracias, en serio._ Felix me cerró un ojo antes de volver a su café._ Gracias por todo. A estas alturas me da algo de vergüenza siquiera pedirles una firma._ Los ojos azules de Felix se iluminaron con felicidad, y casi al instante saltó de su asiento.

_Eso no se pregunta, no sabes como amo firmar cosas._ se devolvió hasta el mueble de la cocina, abrió uno de los cajones y sacó una cajita llena de sharpies, de todos los colores que pudieses imaginar. Felix rio ante mi expresión._ Ya te dije, amo firmar._ no pude evitar sonreír de emoción. El día anterior no había tenido oportunidad de pedirles algo tan sencillo como sus firmas, pero me ayudarían a recordar que todo esto había sido real. Felix puso su autógrafo en mi polera con un sharpie plateado, y abajo agregó un “For the Miss In Action Girl”. Gabriel tomó el mismo lapiz, hizo su firma, y una cara feliz, dos puntos y una línea curva._ Iré por los demás.

_!No¡_ solté algo asustada._ En serio, no los despiertes, no es necesario. No creo ser capaz de soportar más cosas._ Felix volvió a reír._ Diles que les agradezo que hayan sido tan amables conmigo. Eso va para ustedes también._ Sin poder evitarlo miré a Gabriel de reojo. El chico parecía algo consternado.

_No hay de qué._ Felix caminó hasta mí y me dejó un beso en el cabello._ Nos veremos pronto._ cerró uno de sus azules ojos. Gabriel se acercó a mí y sonrió, con un dejo de algo extraño en su mirada.

_Un gusto, Mia. Tal vez nos volvamos a ver por ahí._ Le dio un rápido vistazo a Felix antes de dejarme un beso en la frente.

_Igualmente._

Caminé algo temblorosa hasta la puerta, volví a agradecerles por todo, y salí del bus, apurando el paso hasta el sector del escenario. Traté de no pensar que el sueño había acabado, que probablemente nunca más me los encontraría ni los vería tan cercanamente, pero había conseguido mi prometido, y eso me llenaba de alegría.
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Espero les siga gustando la historia (:
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